HUELLAS DE LECTURA DEL MARTÍN FIERRO
EN BORGES
( Conferencia dictada en el Simposio del ILCH en Buenos Aires 2015)
Lic Leonor Mauvecin
Que otros se jacten de las páginas que han
escrito; a mí me enorgullecen las que he leído, con esta conocida frase de
Borges, podemos comenzar este trabajo sobre las huellas del Martín Fierro en la
narrativa de Jorge Luis Borges.
En un artículo del
diario La Nación del escritor Fernando Sorrentino titulado Martín Fierro,
un mito fundador se lee:
Con alguna frecuencia se oye decir y-lo que es aún peor- se ve escrito que "a Borges no le gustaba el Martín Fierro". Es probable que quienes emiten ese juicio no hayan prestado a las palabras de Borges la atención que siempre merece el mayúsculo escritor. Es necesario distinguir cuidadosamente entre las reservas que Borges tiene hacia el personaje Martín Fierro y la devoción que siente hacia la obra literaria Martín Fierro
Con alguna frecuencia se oye decir y-lo que es aún peor- se ve escrito que "a Borges no le gustaba el Martín Fierro". Es probable que quienes emiten ese juicio no hayan prestado a las palabras de Borges la atención que siempre merece el mayúsculo escritor. Es necesario distinguir cuidadosamente entre las reservas que Borges tiene hacia el personaje Martín Fierro y la devoción que siente hacia la obra literaria Martín Fierro
Cuenta
la biografía que desde niño Borges leía el Martín Fierro.Cuenta también su
biografía que Borges conocía de memoria largos párrafos de esta obra. Y en un
cuento de su libro el Aleph de 1960 lo considera un libro insigne.
Ya
muy joven a sus 33 años en el
artículo" La poesía gauchesca"
de Discusión del año 1932
analiza al Martin Fierro. Vuelve a escribir sobre éste en el ensayo El "Martín Fierro" y
en los dos libros de Poesía gauchesca que en 1955, escribe con Adolfo Bioy
Casares para el Fondo de Cultura Económica de México .Luego en su libro El
hacedor de 1960 incluye una breve prosa titulada "Martín Fierro" y deberíamos
consignar los prólogos como el de 1968 y la posdata que le agrega en 1974 donde
afirma que El Martín Fierro es un libro muy bien escrito y muy mal leído.
Puede convenirse que toda la obra
borgesiana se inscribe bajo el signo de la interrogación, de la
problematización permanente de las
concepciones establecidas del mundo y el hombre, del lenguaje y la literatura
Así como lector, Borges pone en litigio los
preconceptos culturales que se instalan en el ideario social a partir de una
visión nacionalista impuesta por Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas, donde el
personaje Martín Fierro es visto como héroe y no como la víctima de una
sociedad injusta que lo arrastra al delito
y lo convierte en un asesino y
desertor .Visión, la de Borges, avalada
por el propio José Hernández en el prólogo a la primera edición de la obra.
Dice Borges "Toda lectura implica una
colaboración y casi una complicidad.
Agrega Beatriz Sarlo: Como sea, Martín Fierro es una de sus
obsesiones: ya en 1926, debatiendo el futuro literario del
"arrabalero", indicó que se necesitaría que "otro don José
Hernández nos escriba la epopeya del compadraje"; y, en 1960, siguió
afirmando la centralidad estética del Martín Fierro; y haciendo
referencia a José Hernández escribe:
"en una pieza de hotel, hacia mil ochocientos sesenta y
tantos, un hombre soñó una pelea. (…)Esto que fue una vez vuelve a ser,
infinitamente; los visibles ejércitos se fueron y queda un pobre duelo a
cuchillo; el sueño de uno es parte de la memoria de todos".
Esta visión de eternidad es la que Borges le confiere al Marín Fierro, como a toda obra
clásica, porque para él un clásico es
una obra que se escribe de una vez para siempre.
Las huellas de esta obra
gauchesca no quedan solo en sus
comentarios críticos, sino que
Borges hace una lectura a contrapelo
de sus anteriores interpretaciones e introduce
personajes del Martín Fierro en dos de sus cuentos El Fin publicado
en su libro Ficciones en 1944 y
"Biografía de Tadeo Isidoro Cruz" de El Aleph 1949
Borges admira el poema gauchesco de José Hernández pero al
mismo tiempo ve más allá de las meras
circunstancias y ofrece una mirada que
completa y universaliza los sucesos del libro original. Harold Bloom dice: "Un poeta 'completa' antitéticamente a su
precursor, leyendo el poema padre de modo tal que se retienen sus términos pero
se los hace significar de modo diferente, como si el precursor no hubiera
podido ir lo suficientemente lejos”
Borges emplea en estos dos cuentos lo que llamamos
intertexto concepto formulado inicialmente por Mijaíl Bajtín que habla sobre el
carácter dialógico que tiene todo texto con sus antecesores .Todo emisor ha
sido receptor de muchos otros textos que tiene en su memoria y En 1967, Julia Kristeva publicó un artículo (Bajtín,
la palabra, el diálogo y la novela) En ese trabajo empleó el término intertextualidad por primera
vez y dice:
todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto
es absorción y transformación de otro texto.
El hecho de haber realizado una muy buena lectura del Martín
Fierro le permite a Borges mostrar en el
cuento a partir de sucesos que si bien no figuran en la obra original la
completan e iluminan sentidos más profundos que permanecían ocultos.
Dice
Borges en la Posdata agregada a
Artificios en 1956:
(En el cuento) El Fin
(...) nada o casi nada es invención mía (...) todo lo que hay en él está
implícito en un libro famoso y yo he sido el primero en desentrañarlo o, por lo
menos, en declararlo.
Para comprender
cabalmente el cuento El Fin
deberemos revisar el poema gauchesco. Leemos
que en la primera parte, Martín Fierro
ha matado a un negro injustamente y ha huido de la justicia hacia
las tolderías donde permanece cinco años. A la vuelta encuentra en una pulpería a sus hijos y en
ese marco aparece el Moreno, que se revela hermano del negro muerto y que
intenta hacer justicia a través del
duelo verbal, no a cuchillo, entonces lo
desafía a una payada, lo hace por
respeto a los hijos de Fierro. Sale vencedor Martín Fierro y luego da consejos a sus hijos y parte con ellos y a poco andar se separan cada uno a los cuatro vientos
En el
cuento El fin Borges pone fin a la historia del libro original y nos
narra la muerte del personaje Martín Fierro a manos del Moreno, que como
justiciero busca vengar la muerte de su hermano.
En el final del poema Martín
Fierro dice aventurando la idea de su muerte:
Y si la vida me falta,
ténganlo todos por cierto,
que el gaucho, hasta en el desierto
sentirá, en tal ocasión,
tristeza en el corazón
al saber que yo estoy muerto.
En el cuento borgiano aparece tanto el espacio- tiempo es decir la época y la pulpería, como los personajes:
Marín Fierro y el Moreno, personajes que descubrimos como tales, recién casi al final del cuento, deparándonos la
sorpresa de establecer la relación con la obra original. Si nos adentramos en la comparación de ambos
textos vemos que Borges ha sido fiel a muchos otros datos que surgen del poema,
como ser la mención de la payada y es de
ella donde saca la conclusión que dará
lugar a este segundo encuentro, que no figura en la obra original pero que a
partir de una muy buena lectura vemos que
está ampliamente sugerido, de estos indicios se vale Borges para construir su relato:
Y ya que nos conocemos,
Basta de conversación;
Para encontrar la ocasión
No tienen que darse priesa;
Ya conozco yo que empieza
Otra clase de junción.
Basta de conversación;
Para encontrar la ocasión
No tienen que darse priesa;
Ya conozco yo que empieza
Otra clase de junción.
Yo no sé lo que vendrá;
Tampoco soy adivino;
pero firme en mi camino
Hasta el fin he de seguir:
Todos tienen que cumplir
Con la ley de su destino.
Tampoco soy adivino;
pero firme en mi camino
Hasta el fin he de seguir:
Todos tienen que cumplir
Con la ley de su destino.
La estrofas hablan de “otra clase de Junción” y la idea de seguir
hasta el fin y cumplir con el destino.La tensión en el
contrapunto de la payada se resuelve con la respuesta de Fierro que
resulta ganador ocasional, pero queda latente una segunda oportunidad, que se
manifiesta claramente en las dos estrofas señaladas, para que se resuelva con justicia
la deuda pendiente. Borges retoma la historia desde este punto y decide
completar el desafío no en una payada,
sino un duelo a cuchillo y surge el
encuentro que se lleva a cabo en el cuento borgiano.
La aceptación del destino que se manifiesta en el Martín Fierro también se repite en el cuento dice Patricio Eufraccio de la Universidad Nacional
Autónoma de México:
Durante
los instantes en que transcurre la pelea, Fierro y el Negro son la encarnación
de las fuerzas del Destino, las causas y los efectos todos, el aliento de lo
infinito(…) El
tema de "El fin" es el encuentro del hombre con su destino inexorable.
Cuando
el Negro
le dice: Ya sabía yo, señor, que
podía contar con usted. El lector reconoce en Fierro a un hombre que
responde a sus deudas. y también capaz de dar
buenos consejos a sus hijos: Les
di buenos consejos —declaró—, que nunca están de más y no cuestan nada. Les
dije, entre otras cosas, que el hombre no debe derramar la sangre del hombre. Esta
es
otra referencia directa al poema de Hernández, los consejos de
Martín Fierro a sus hijos suceden después
de la payada con el Moreno.
Martín Fierro se presenta como sabedor
de un destino infalible que
acepta con resignación. Acepta su culpa y el castigo merecido sin intentar
zafar de él. En él se cumple la visión fatalista que observamos muchas veces en la mirada
borgeana, donde nadie puede escapar a su destino.
Borges encuentra otro tema de
profunda raigambre filosófica en esta historia,
es la manifestación del doble. En todo hombre es posible visualizar un
intercambio de roles según las circunstancias que le ofrece el destino, así el cuento,
a diferencia del Martin Fierro, concluye con la igualación de los dos
personajes que Hernández ofrece diferentes. Se enfrentan a cuchillo Martin Fierro y el Moreno y el justiciero que sería el Moreno mata a
Martin Fierro
Dice el cuento:
En el primero no te fue mal. Lo
que pasó es que andabas ganoso de llegar al segundo.
Se alejaron un trecho de las casas, caminando a la par. Un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía. De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las espuelas. Ya estaban con el poncho en el antebrazo, cuando el negro dijo:
—Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.
Se alejaron un trecho de las casas, caminando a la par. Un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía. De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las espuelas. Ya estaban con el poncho en el antebrazo, cuando el negro dijo:
—Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.
Según
Marta Spagnuolo[1]
Borges eligió esa cifra de siete años porque ella le fue impuesta por el texto
del Poema. La pelea no ocurre siete años después de la Payada , sino al cumplirse
siete años desde que Fierro mató a un negro tras provocarlo injustamente,
ebrio, durante un baile, tal como se cuenta en el Canto VII de la Ida.
Borges revisa la cronología del
Poema, y en el canto XI de la Vuelta ,
Fierro hace el recuento de los años pasados desde que comenzaron sus
sufrimientos:
Y los he pasado ansí,
si en mi cuenta no me yerro:
tres años en la frontera,
dos como gaucho matrero,
y cinco allá entre los indios
hacen los diez que yo cuento. (1587-1592, p.132)
si en mi cuenta no me yerro:
tres años en la frontera,
dos como gaucho matrero,
y cinco allá entre los indios
hacen los diez que yo cuento. (1587-1592, p.132)
Dos como gaucho matrero y cinco en la frontera a
ellos se refiere el moreno en “El fin” cuando dice: “Me estoy acostumbrando a
esperar. He esperado siete años.” El Moreno pasó esos siete años buscando al
matador de su hermano. Los “siete años” son los transcurridos entre la muerte
del negro en la Ida
y la Payada
en la Vuelta, tiempo que transcurre en el poema Al final de la Payada en
el poema , dice que no ha venido sólo a payar sino a vengar a su hermano mayor
que “murió a manos de un pendenciero”, él mismo relata la busca, hasta ese
momento infructuosa y dice el Moreno en el poema:
Los nueve hermanos restantes
como güérfanos quedamos;
como güérfanos quedamos;
dende entonces lo lloramos
sin consuelo, créanmeló,
y al hombre que lo mató
nunca jamás lo encontramos. (XXX, 1439-1444, p. 210)
sin consuelo, créanmeló,
y al hombre que lo mató
nunca jamás lo encontramos. (XXX, 1439-1444, p. 210)
Martín Fierro dice en el cuento: “Una porción de días te hice
esperar”, y el Moreno agrega “he esperado siete años”. La “porción de días” es la que transcurre en el cuento mientras el Moreno
espera a Martín Fierro después de haber tenido la payada que sucedió en el libro original. Y lo espera
en la misma pulpería en la que payaron.
Una porción de días después de la payada. Una “porción de días”
lo suficientemente larga como para que el Moreno se hiciera parroquiano
habitual de la pulpería y lo suficientemente corta como para no alterar la
cifra de siete años.
A saber, después de
muerto el negro en la primera parte del poema, Fierro pasa dos años huyendo de
la justicia como gaucho matrero , luego se refugia en las tolderías y está allí cinco años, cuando vuelve encuentra a sus hijos en la pulpería,
sostiene la payada con el Moreno , da consejos a sus hijos , luego parte con
sus hijos y se separan cada uno “a los cuatro vientos” como dice el poema .
Borges se pregunta ¿qué pasó después? Entonces surge el final en el cuento borgiano
Martín Fierro hombre de palabra y acostumbrado a los
rigores del destino vuelve a la pulpería
“unos días después” sabe que el Moreno estará esperándolo para hacer justicia a la muerte
de su hermano.
En suma, Borges recurre a la expresión
“una porción de días” para no apartarse un milímetro del texto del Poema de
José Hernández .
Hay también
una correspondencia casi textual con los siguientes versos de José
Hernández:
Limpié el facón en los pastos
desaté mi redomón,
monté despacio y salí
al tranco pa el cañadón.
Limpié el facón en los pastos
desaté mi redomón,
monté despacio y salí
al tranco pa el cañadón.
El cuento de Borges dice: "Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás."
Aquí se registra una doble repetición: el moreno de El fin repite los gestos de Martín Fierro (que conocemos por el poema pero es ahora el Moreno quien los ejecuta y de esta manera se reafirma su destino de ser el otro; Borges reescribe las mismas palabras que José Hernández escribió
El cuento borgiano
transcurre sin que sepamos de quiénes está hablando, un personaje que no
aparece en la obra de Hernández, Recabarren, el pulpero, es el testigo de los acontecimientos. Unos
párrafos antes del final Borges nombra por primera vez a Martín Fierro y da a conocer al lector que todo el cuento es la continuación en
prosa del poema ilustre. Entonces descubrimos, con cierta sorpresa, que se trata de los personajes que conocemos por el otro libro y dice:
Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.
Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música… Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que penetró en el vientre. Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.
Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.
Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música… Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que penetró en el vientre. Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.
Este sería finalmente el verdadero tema del
cuento borgiano, la posibilidad en todo
hombre de convertirse en otro, es decir que Marín Fierro que aparece como el matador,
el asesino del negro, se convierte en la
víctima y el Moreno que sería el justiciero deviene en victimario, es decir en
el asesino.
También es una manifestación del doble la forma en que este cuento se refleja en El
Martín Fierro, se duplica el texto a partir de su continuación en este
otro que le da un final que según el
mismo Borges ya está incluido y previsto en el poema.
Borges como ya dije comentó que “el Martín Fierro es un libro muy bien
escrito y muy mal leído” (OC IV: 93). Por lo mismo para comprender
cabalmente el cuento, no solo debemos leer el Martín Fierro sino leerlo muy
bien, para reconocer los indicios a que alude Borges.
El cuento de Borges, sin desmedro de la
obra original , ha agregado un final a
la historia cantada en el Martín Fierro, final que se enriquece filosóficamente,
cuando, en las dos líneas últimas, plantea el tema existencial que todo hombre
puede ser o convertirse en otro según las circunstancias en el azar de la vida.
Dice: Cumplida su tarea de justiciero, ahora era
nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado
a un hombre.
Borges resume allí no
solo la temática de su cuento sino el tema fundamental del poema Martin Fierro,
donde un hombre signado por las injusticias
termina convertido en “otro” es decir en un gaucho matrero.
Creo
que Borges escribe sus cuentos no desde la anécdota, sino desde una idea o un concepto que aflora
en su mente, lo obsesiona y busca entonces
el argumento que le permita explicar o visualizar esa idea. Así es
probable que la idea de El Fin,
nace de una muy buena lectura del
Martín Fierro, y de este concepto filosófico que un hombre puede ser, o
convertirse en otro según sus acciones
en un momento crucial de su vida.
El
otro cuento en que Borges apela al Martín Fierro es Biografía de Tadeo Isidoro Cruz de El Aleph (1949) El
narrador que es el propio autor dice:
Mi propósito no es repetir su historia. De los días y
noches que la componen, sólo me interesa una noche; del resto no referiré sino
lo indispensable para que esa noche se entienda. La aventura consta en un libro
insigne; es decir, en un libro cuya materia puede ser todo para todos (1
Corintios 9:22), pues es capaz de casi inagotables repeticiones, versiones,
perversiones.
En este cuento Borges repite
de una manera diferente la misma idea metafísica que había planteado cinco años antes en El Fin. Borges reinventa
el personaje, incluso le pone Tadeo Isidoro al apellido Cruz pero transcribe algunos datos que figuran en
el poema gauchesco. Martín Fiero es
perseguido por la justicia por haber
matado al negro. Borges elige el momento crucial en que Cruz que dirige la
parida de soldados decide pasarse del
lado de Fierro y defenderlo en contra de
sus propios soldados. Cruz vio en Martin Fierro su propia cara como si este
fuera su espejo
Dice
Borges en su cuento: Lo
esperaba, secreta en el porvenir, una lúcida noche fundamental: la noche en que
por fin vio su propia cara, la noche que por fin oyó su nombre. Bien entendida,
esa noche agota su historia; mejor dicho, un instante de esa noche, un acto de
esa noche, porque los actos son nuestro símbolo.) Cualquier destino, por largo
y complicado que sea, consta en realidad de
un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.
Es evidente que Borges no solo ha leído el Martín Fierro sino que lo ha leído
muy bien y descubre detrás de la
anécdota temas más profundos y universales que los que tradicionalmente se
atribuían al poema gauchesco. La idea, el pensamiento filosófico que anida en
la mente del autor encuentra el cauce en
la anécdota que ya fue escrita por José Hernández,
pero Borges hace honor a ella y descubre, a partir de una mirada lúcida nuevos
sentidos que nos permiten leer la obra clásica en una dimensión enriquecida.
Leonor Mauvecin
[1] Marta
Spagnuolo 2005 Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de
Madrid
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