viernes, 11 de mayo de 2018


    
                      HUELLAS DE LECTURA DEL MARTÍN FIERRO EN BORGES
                    ( Conferencia dictada en el Simposio del ILCH  en Buenos Aires 2015)
                                                   Lic Leonor Mauvecin 

     Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído, con esta conocida frase de Borges, podemos comenzar este trabajo sobre las huellas del Martín Fierro en la narrativa de Jorge Luis Borges.
                  En un artículo del diario La Nación del escritor Fernando Sorrentino titulado  Martín Fierro, un mito fundador se lee:
    
Con alguna frecuencia se oye decir y-lo que es aún peor- se ve escrito que "a Borges no le gustaba el Martín Fierro". Es probable que quienes emiten ese juicio no hayan prestado a las palabras de Borges la atención que siempre merece el mayúsculo escritor. Es necesario distinguir cuidadosamente entre las reservas que Borges tiene hacia el personaje Martín Fierro y la devoción que siente hacia la obra literaria Martín Fierro

     Cuenta la biografía que desde niño Borges leía el Martín Fierro.Cuenta también su biografía que Borges conocía de memoria largos párrafos de esta obra. Y en un cuento de su libro el Aleph de 1960 lo considera un libro insigne.
      Ya muy joven a sus 33 años  en el artículo" La poesía gauchesca"  de  Discusión del año  1932 analiza al Martin Fierro. Vuelve a escribir sobre éste  en el ensayo El "Martín Fierro" y en los dos libros de Poesía gauchesca que en 1955, escribe con Adolfo Bioy Casares para el Fondo de Cultura Económica de México .Luego en su libro  El hacedor  de 1960  incluye una breve prosa titulada  "Martín Fierro" y deberíamos consignar los prólogos como el de 1968 y la posdata que le agrega en 1974 donde afirma que  El Martín Fierro es un libro  muy bien escrito y muy mal leído.
     Puede convenirse que toda la obra borgesiana se inscribe bajo el signo de la interrogación, de la problematización  permanente de las concepciones establecidas del mundo y el hombre, del lenguaje y la literatura
     Así como lector, Borges pone en litigio los preconceptos culturales que se instalan en el ideario social a partir de una visión nacionalista impuesta por Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas, donde el personaje Martín Fierro es visto como héroe y no como la víctima de una sociedad injusta que lo arrastra al delito  y lo convierte en un  asesino y desertor .Visión, la de Borges,  avalada por el propio José Hernández en el prólogo a la primera edición de la obra.
     Dice Borges "Toda lectura implica una colaboración y casi una complicidad.
Agrega Beatriz Sarlo: Como sea, Martín Fierro es una de sus obsesiones: ya en 1926, debatiendo el futuro literario del "arrabalero", indicó que se necesitaría que "otro don José Hernández nos escriba la epopeya del compadraje"; y, en 1960, siguió afirmando la centralidad estética del Martín Fierro; y haciendo referencia a José Hernández  escribe:

     "en una pieza de hotel, hacia mil ochocientos sesenta y tantos, un hombre soñó una pelea. (…)Esto que fue una vez vuelve a ser, infinitamente; los visibles ejércitos se fueron y queda un pobre duelo a cuchillo; el sueño de uno es parte de la memoria de todos".

     Esta visión de eternidad  es la que Borges  le confiere al Marín Fierro, como a toda obra clásica, porque para él un clásico  es una obra  que se escribe de una vez para siempre.
     Las huellas de esta obra gauchesca no quedan  solo en sus comentarios críticos,  sino que Borges  hace una lectura  a contrapelo  de  sus anteriores interpretaciones  e introduce   personajes  del Martín Fierro en dos de sus cuentos  El Fin publicado en su libro Ficciones en 1944  y "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz" de El Aleph 1949
     Borges admira  el poema gauchesco de José Hernández pero al mismo tiempo ve más allá  de las meras circunstancias y  ofrece una mirada que completa  y universaliza los sucesos  del libro original. Harold Bloom dice: "Un poeta 'completa' antitéticamente a su precursor, leyendo el poema padre de modo tal que se retienen sus términos pero se los hace significar de modo diferente, como si el precursor no hubiera podido ir lo suficientemente lejos
     Borges emplea  en estos dos cuentos lo que llamamos intertexto concepto formulado inicialmente por Mijaíl Bajtín que habla sobre el carácter dialógico que tiene todo texto con sus antecesores .Todo emisor ha sido receptor de muchos otros textos que tiene en su memoria y En 1967, Julia Kristeva publicó un artículo (Bajtín, la palabra, el diálogo y la novela) En ese trabajo empleó  el término intertextualidad por primera vez y dice: 
todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto.                      
     El hecho de haber realizado una muy buena lectura del Martín Fierro  le permite a Borges mostrar en el cuento  a partir de  sucesos que  si bien no figuran en la obra original la completan e iluminan sentidos más profundos que permanecían ocultos.
       Dice Borges en  la Posdata agregada a Artificios en 1956:
(En el cuento) El Fin (...) nada o casi nada es invención mía (...) todo lo que hay en él está implícito en un libro famoso y yo he sido el primero en desentrañarlo o, por lo menos, en declararlo.
     Para comprender  cabalmente el cuento El Fin deberemos revisar  el poema gauchesco. Leemos que en la primera parte, Martín Fierro  ha matado a un negro injustamente y ha huido de la justicia  hacia  las tolderías donde permanece cinco años. A la vuelta  encuentra en una pulpería a sus hijos y en ese marco aparece el Moreno, que se revela hermano del negro muerto y que intenta hacer justicia  a través del duelo verbal, no a cuchillo,  entonces lo desafía a una payada, lo hace  por respeto a los hijos de Fierro. Sale vencedor Martín Fierro  y  luego  da consejos a sus hijos  y parte con ellos  y a poco andar se separan cada uno a los cuatro vientos
     En el cuento El fin Borges pone fin a la historia del libro original y nos narra la muerte del personaje Martín Fierro a manos del Moreno, que como justiciero busca  vengar la muerte de su hermano.
En el final del poema Martín Fierro dice aventurando la idea de su muerte: 
Y si la vida me falta,
ténganlo todos por cierto,
que el gaucho, hasta en el desierto
sentirá, en tal ocasión,
tristeza en el corazón
 al saber que yo estoy muerto.

     En el cuento borgiano  aparece tanto el espacio- tiempo es decir  la época y la pulpería, como los personajes: Marín Fierro y el Moreno, personajes que descubrimos como tales, recién  casi al final del cuento, deparándonos la sorpresa de establecer la relación con la obra original.  Si nos adentramos en la comparación de ambos textos vemos que Borges ha sido fiel a muchos otros datos que surgen del poema, como ser la mención de la  payada y es de ella donde  saca la conclusión que dará lugar a este segundo encuentro, que no figura en la obra original pero que a partir de una muy buena lectura vemos que  está ampliamente sugerido, de estos indicios  se vale Borges para construir su relato:   
Y ya que nos conocemos,
Basta de conversación;
Para encontrar la ocasión
No tienen que darse priesa;
Ya conozco yo que empieza
Otra clase de junción.


Yo no sé lo que vendrá;
Tampoco soy adivino;
pero firme en mi camino
Hasta el fin he de seguir:
Todos tienen que cumplir
Con la ley de su destino.

La estrofas hablan de  “otra clase de Junción” y la idea de seguir hasta el fin y cumplir con el destino.La tensión en el contrapunto  de la payada  se resuelve con la respuesta de Fierro que resulta ganador ocasional, pero queda latente una segunda oportunidad, que se manifiesta claramente en las dos estrofas señaladas,  para que se resuelva  con justicia  la deuda pendiente. Borges retoma la historia desde este punto y decide completar el desafío  no en una payada, sino un duelo a cuchillo  y surge el encuentro que se lleva a cabo en el cuento borgiano.
     La aceptación del destino que se manifiesta en el Martín Fierro  también se repite en el cuento dice Patricio Eufraccio de la Universidad Nacional Autónoma de México:
      Durante los instantes en que transcurre la pelea, Fierro y el Negro son la encarnación de las fuerzas del Destino, las causas y los efectos todos, el aliento de lo infinito(…) El tema de "El fin" es el encuentro del hombre con su destino inexorable.
     Cuando el  Negro  le dice: Ya sabía yo, señor, que podía contar con usted. El lector reconoce en Fierro a un hombre que responde a sus deudas. y también capaz de dar  buenos consejos a sus hijos: Les di buenos consejos —declaró—, que nunca están de más y no cuestan nada. Les dije, entre otras cosas, que el hombre no debe derramar la sangre del hombre. Esta es  otra referencia directa al poema de Hernández, los consejos de Martín Fierro a sus hijos  suceden después de la payada  con el Moreno.
     Martín Fierro se presenta como sabedor  de un destino infalible  que acepta con resignación. Acepta su culpa y el castigo merecido sin intentar zafar de él. En él se cumple la visión fatalista  que observamos muchas veces en la mirada borgeana, donde nadie puede escapar a su destino.

     Borges encuentra otro tema de profunda raigambre filosófica en esta historia,  es la manifestación del doble. En todo hombre es posible visualizar un intercambio de roles según las circunstancias que le ofrece el destino, así el cuento, a diferencia del Martin Fierro, concluye con la igualación de los dos personajes que Hernández ofrece diferentes. Se enfrentan  a cuchillo Martin Fierro y el Moreno  y el justiciero que sería el Moreno mata a Martin Fierro
Dice el cuento:
                 En el primero no te fue mal. Lo que pasó es que andabas ganoso de llegar al segundo.
         Se alejaron un trecho de las casas, caminando a la par. Un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía. De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las espuelas. Ya estaban con el poncho en el antebrazo, cuando el negro dijo:
         —Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.
                            Según  Marta Spagnuolo[1] Borges eligió esa cifra de siete años porque ella le fue impuesta por el texto del Poema. La pelea no ocurre siete años después de la Payada, sino al cumplirse siete años desde que Fierro mató a un negro tras provocarlo injustamente, ebrio, durante un baile, tal como se cuenta en el Canto VII de la Ida.
             Borges revisa la cronología del Poema, y en el canto XI de la Vuelta, Fierro hace el recuento de los años pasados desde que comenzaron sus sufrimientos:
Y los he pasado ansí,
si en mi cuenta no me yerro:
tres años en la frontera,
dos como gaucho matrero,
y cinco allá entre los indios
hacen los diez que yo cuento
. (1587-1592, p.132)
                
     Dos como gaucho matrero y cinco en la frontera a ellos se refiere el moreno en “El fin” cuando dice: “Me estoy acostumbrando a esperar. He esperado siete años.” El Moreno pasó esos siete años buscando al matador de su hermano. Los “siete años” son los transcurridos entre la muerte del negro en la Ida y la Payada en la Vuelta, tiempo que transcurre en el poema Al final de la Payada en el poema , dice que no ha venido sólo a payar sino a vengar a su hermano mayor que “murió a manos de un pendenciero”, él mismo relata la busca, hasta ese momento infructuosa y dice el Moreno en el poema:
Los nueve hermanos restantes
como güérfanos quedamos;
dende entonces lo lloramos
sin consuelo, créanmeló,
y al hombre que lo mató
nunca jamás lo encontramos
. (XXX, 1439-1444, p. 210)

     Martín Fierro dice en el cuento: “Una porción de días te hice esperar”, y el Moreno agrega “he esperado siete años”.  La “porción de días” es la  que transcurre en el cuento mientras el Moreno espera a Martín Fierro después de haber tenido la payada  que sucedió en el libro original. Y lo espera en la misma pulpería en la que payaron.
     Una porción de días después de la payada. Una “porción de días” lo suficientemente larga como para que el Moreno se hiciera parroquiano habitual de la pulpería y lo suficientemente corta como para no alterar la cifra de siete años.
     A  saber, después de muerto el negro en la primera parte del poema, Fierro pasa dos años huyendo de la justicia como gaucho matrero , luego se refugia en  las tolderías  y está allí cinco años, cuando vuelve  encuentra a sus hijos en la pulpería, sostiene la payada con el Moreno , da consejos a sus hijos , luego parte con sus hijos y se separan cada uno “a los cuatro vientos” como  dice el poema .
     Borges se pregunta ¿qué pasó después?  Entonces surge el final en el cuento borgiano
Martín Fierro  hombre de palabra y acostumbrado a los rigores del destino vuelve a la pulpería  “unos días después” sabe que el Moreno estará  esperándolo para hacer justicia a la muerte de su hermano.
            En suma, Borges recurre a la expresión “una porción de días” para no apartarse un milímetro del texto del Poema de José Hernández .
         Hay  también  una correspondencia casi textual con los siguientes versos de José Hernández:
Limpié el facón en los pastos
desaté mi redomón,
monté despacio y salí
al tranco pa el cañadón.

     El cuento de Borges dice: "Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás."
        Aquí se registra una doble repetición: el moreno de El fin repite los gestos de Martín Fierro (que conocemos por el poema pero es ahora el Moreno quien los ejecuta  y de esta manera se reafirma su destino de ser el otro; Borges reescribe las mismas palabras que  José Hernández escribió
     El cuento borgiano transcurre sin que sepamos de quiénes está hablando, un personaje que no aparece en la obra de Hernández, Recabarren, el pulpero,  es el testigo de los acontecimientos. Unos párrafos antes del final   Borges nombra por primera vez a Martín  Fierro y da a conocer al lector  que todo el cuento es la continuación en prosa del poema ilustre. Entonces descubrimos, con cierta sorpresa,  que se trata de los  personajes que conocemos por el otro libro  y dice:
         Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.
         Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música… Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que penetró en el vientre. Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.

     Este sería finalmente el verdadero tema del cuento borgiano, la posibilidad  en todo hombre de convertirse en otro, es decir que Marín Fierro que aparece como el matador, el asesino del negro,  se convierte en la víctima y el Moreno que sería el justiciero deviene en victimario, es decir en el asesino.  
     También es una manifestación del doble  la forma en que este cuento se refleja en El Martín Fierro, se duplica el texto a partir de su continuación en este otro  que le da un final que según el mismo Borges ya está incluido y previsto en el poema.
       Borges como ya dije comentó que “el Martín Fierro es un libro muy bien escrito y muy mal leído” (OC IV: 93). Por lo mismo para comprender cabalmente el cuento, no solo debemos leer el Martín Fierro sino leerlo muy bien, para reconocer los indicios a que alude Borges.
        El cuento de Borges, sin desmedro de la obra original ,  ha agregado un final a la historia cantada en el Martín Fierro, final que se enriquece filosóficamente, cuando, en las dos líneas últimas, plantea el tema existencial que todo hombre puede ser o convertirse en otro según las circunstancias en el azar de la vida.  Dice: Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.
     Borges resume allí no solo la temática de su cuento sino el tema fundamental del poema Martin Fierro, donde un hombre signado por las injusticias  termina convertido en “otro” es decir en un gaucho matrero.
     Creo que Borges  escribe sus cuentos  no desde la anécdota,  sino desde una idea o un concepto que aflora en su mente, lo obsesiona y busca entonces  el argumento que le permita explicar o visualizar esa idea. Así es probable que  la idea de El Fin,  nace  de una muy buena lectura del Martín Fierro, y de este concepto filosófico que un hombre puede ser, o convertirse en  otro según sus acciones en un momento crucial de su vida.

     El otro cuento en que Borges apela al Martín Fierro es Biografía de Tadeo Isidoro Cruz  de El Aleph (1949) El narrador  que es el  propio autor dice:
     Mi propósito no es repetir su historia. De los días y noches que la componen, sólo me interesa una noche; del resto no referiré sino lo indispensable para que esa noche se entienda. La aventura consta en un libro insigne; es decir, en un libro cuya materia puede ser todo para todos (1 Corintios 9:22), pues es capaz de casi inagotables repeticiones, versiones, perversiones.

     En este cuento Borges repite de una manera diferente la misma idea metafísica que había planteado  cinco años antes en El Fin. Borges reinventa el personaje, incluso le pone Tadeo Isidoro  al apellido Cruz  pero transcribe algunos datos que figuran en el poema gauchesco. Martín Fiero  es perseguido por la justicia  por haber matado al negro. Borges elige el momento crucial en que Cruz que dirige la parida de soldados  decide pasarse del lado de Fierro y defenderlo  en contra de sus propios soldados. Cruz vio en Martin Fierro su propia cara como si este fuera su espejo
                            Dice Borges en su cuento: Lo esperaba, secreta en el porvenir, una lúcida noche fundamental: la noche en que por fin vio su propia cara, la noche que por fin oyó su nombre. Bien entendida, esa noche agota su historia; mejor dicho, un instante de esa noche, un acto de esa noche, porque los actos son nuestro símbolo.) Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.

       Es evidente que Borges no solo  ha leído el Martín Fierro sino que lo ha leído muy bien  y descubre detrás de la anécdota temas más profundos y universales que los que tradicionalmente se atribuían al poema gauchesco. La idea, el pensamiento filosófico que anida en la mente del autor  encuentra el cauce en la anécdota  que ya fue escrita por José Hernández, pero Borges hace honor a ella y descubre, a partir de una mirada lúcida nuevos sentidos que nos permiten leer la obra clásica en una dimensión enriquecida.


 Leonor Mauvecin



[1] Marta Spagnuolo 2005 Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid


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